Últimamente me han venido a la memoria, aquellas tardes después del colegio en las que volvia corriendo a casa, invadida por el misterio y la intraga que supone un libro inacabado; Muchas veces, yendo en autobús me pasé de parada debido al ensimismamiento que llevaba encima. Me encantaba que mi padre, cada domingo me llevara a una libreria cerca de la calle Serranos, a elegir un libro para después devorarlo en apenas dos dias. Recuerdo también todas esas noches que me quedaba hasta las tantas, leyendo bajo las sábanas ayudada por una linterna, completamente a oscuras y en silencio: La sensación de empezar un libro, con sus tapas brillantes, y ese olor a cola que tanto me gusta...Era lo mejor del mundo.

Ahora, pienso en los adolescentes de hoy, todo el dia enganchados a las redes sociales, a la blackberry y...y a nada más. Me caen mal.


Saludos a todos los que leéis: Esto, o cualquier cosa.

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