Cada uno tiene lo que se merece. Lo he repetido tantas veces, que he llegado a creer que una fuerza más allá del karma, más allá de cualquier cosa, me estaba devolviendo todo lo malo que a lo largo de mi vida, me había dedicado a hacer a los demás. Como si fuera el mismísimo Rosemary's baby...

Fuí muchos años a un colegio de monjas donde nos obligaban a confesarnos una vez a la semana, siempre me he preguntado qué de malo pueden hacer 130 cm de inocencia enfundada en un triste uniforme gris, pero por aquel entonces no correspondía preguntar, sino aceptar. Y un día, algo pasó en mi cabecita inquieta, que me llevó a hacerme una de esas preguntas que te acompañan a lo largo de tu vida: ¿Qué he hecho yo para merecer esto?

Probablemente nada. Asique me dedicaba a inventar maldades para tener algo que contar mientras me ponía de rodillas delante de un hombre con falda, que cosas...
Y aunque pronto comprendí la absurdez de todo aquello, no me quedó mas remedio que crecer con una especie de sentimiento de culpa latente, que por desgracia a aflorado en los peores momentos de mi vida.

Muchas veces he llegado a hablar sola, intentando mantener una conversación conmigo misma, para poder analizar mi propia existencia (cosas que haces cuando te haces mayor, supongo) y averiguar si realmente había sido tan mala. Si había dejado muchos cadáveres por el camino. Si me merecía todos esos hijos de puta que han pasado por mi vida. Me he cruzado con algunas personas que han pretendido cargarme con un millón de culpas, las suyas, las mías, y las del resto del mundo. Supongo que es tremendamente fácil vivir fingiendo no haber roto un plato. Hay personas así. Doy fé.

Y cuando crees que la culpa es tuya, en general, en la vida, empiezas a conformarte. Porque si te pasan cosas, quizá sea porque las merezcas. Porque te lo has buscado tu solita. Por gilipollas. Quizá tengas que conformarte con lo que la vida te proporciona como si de una maquina expendedora de caramelos se tratara, y siempre te tocara ese blanco que nunca sabía a nada.

Mas o menos esto es lo que me ha pasado siempre con los hombres. Me he ido conformando. No se trata de tener más o menos filtro. No se trata de algo físico, no podría quejarme nunca en ese aspecto. Se trata de comulgar con gilipollas, pensando que lo mereces, y que cada final, desde el más trágico al más irrelevante, no es más que una horrible penitencia. Y no es que me arrepienta de ninguna relación pasada. Me arrepiento solo de haberme conformado sin rechistar. De no haberme plantado y haber dicho: "Ni yo me lo merezco, ni tu me mereces subnormal!!".

No podría hacer una lista de todos los tíos que me he cruzado en el último año que no merecían una tía como yo. En serio. Porque otra cosa no habré aprendido, pero a quererme mucho y a estar encantada de haberme conocido si, y me ha costado treinta putos años. He llegado a salir con gente llevada únicamente por la inercia de no querer acostarme sola: esto me ha hecho cometer muchos errores, pero es que yo, señores, me equivoco mucho, pero no por eso he tenido siempre la culpa de todo. Ni de coña.

"Tía, es que te lo has buscado tu..." Cuantas veces habré oído esta puta frase este año...

Joder, que es exactamente lo que me he buscado? En serio! Yo elijo con quien salgo, y con quien entro, con quien me acuesto, y con quien me levanto, eso es cierto, pero no decido el cómo de una persona, ni el dónde, ni el cuándo. Y así pasaban los meses, enlazando gilipollas con tontos del culo, y mamonazos con chulopiscinas. Esto es muy peligroso, porque empiezas a acostumbrarte a este tipo de personajes haciéndote inmune a muchas cosas y no distinguiendo muchas veces el bien del mal.

Hace unas semanas me desperté más temprano de lo habitual, aun no había salido el sol. Empecé a pensar mucho, todo el rato. Sobre todas las veces que me había enamorado a lo largo de un año. Demasiadas. Aunque todas mentira. En realidad no era amor, sino ganas. Muchas ganas de hacerlo. Ganas provocadas por mil y un intentos fallidos por que alguien me quisiera de verdad. Porque reconozcamoslo, ser un fucker está muy bien y es muy divertido, pero llega un punto en este estado físico y mental, que lo único que necesitas es que alguien te abrace hasta partirte por la mitad. Con que poco nos conformamos las personas a veces...
Cuando tu cama tiene mas muescas que un engranaje suizo,  entras en una especie de hivernación. Ni sientes ni padeces. Y te resignas a pensar que ya has perdido el metro, el tren, o lo que sea...y te retrotraes a tus épocas doradas, pensando: "Con lo que he vivido, y lo que he sentido...ya me puedo morir tranquila".


Todo esto pensaba yo...desde la comodidad de mi colchón viscolástico...y la comodidad que da conocer el lado más oscuro de los hombres.

Pero qué coño...en esta puta vida, no hay límites, aunque muchas veces nos parezca más cómodo vivir rodeado de ellos, y como yo siempre digo, y diré hasta el día que me muera...nuestra maldita existencia me parece cada día tan corta, y tan efímera que no quiero perderme nada, ni lo malo, ni mucho menos lo bueno...y si me tengo que enamorar 2650 veces lo voy a hacer, sin darle explicaciones a nadie, ni a mi misma, eso faltaba...

Y un día, haces algo un poco loco y conoces a alguien que mola tanto, que empiezas a dudar muy fuerte,  porque piensas que no puede haber nadie así, y que si lo hay, sin duda no lo mereces. Te obligas a pensar que "no es el momento", pero joder...existe el momento perfecto en esta vida para algo? Pues no lo se. No sabría responder a eso...lo único que se es que lo que no hagas, es siempre un paso atras, un buen guión en el cajón de algún productor, y que la vida, y más el amor, es cosa de valientes, y personas con muchos huevos. Y esto es así...
Entonces empecé a pensar que quizá, y solo quizá, la vida, el karma, la suerte, las fuerzas del universo, o lo que sea, había puesto delante de mi a una persona que porfín merecía, y que había imaginado un montón de veces, desistiendo...y que esta vez, no había tiempo para preguntas, ni siquiera para dar gracias por nada. Que aunque la batalla estuviera perdida, mejor morir matando. Que mejor vivirlo todo, para poder contarlo. Que vamos a follar, hasta enamorarnos (*)

Y que why not...




LaMarabunta.
(*) "Vamos a follar hasta que nos enamoremos", es lo último de Ana Elena Pena.
























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