Los traumas del Tinder







Todo es fantasía y diversión. Todo es nuevo. Todo te gusta. Vas pasando pantallas, desbloqueando niveles, hasta llegar al final. Y cuando lo haces, descubres que no hay nada. Nadie te espera. Sólo encuentras un gran agujero donde caerte. O tirarte. O las dos cosas.

Mucho he hablado sobre Tinder. De lo que nunca he hablado es sobre los traumas que puede generar una app donde conoces a gente random sin llegar a profundizar realmente con nadie. Y lo siento, pero no voy a intentar suavizar nada, ni hacer poesía de algo que me parece realmente horrible.
Ha sido un verano duro. Difícil. Eso es así. Un verano donde habré contado la misma historia una y otra vez, sin ganas, sin emoción. Esperando encontrar algo que nunca llegaba. Lo único que me motivaba era beber cerveza como si no hubiera un mañana, algo que hacía más fácil la caída. Porque Tinder, es caer todo el rato. Y que no venga nadie a decirme lo contrario. Que no venga nadie a explicarme que en Tinder hay de todo. También hay de todo en las fiestas del orgullo, pero mira, NO. 
Tengo más horas de vuelo en Tinder, que los pilotos de Ryanair. Aquí las clases, las doy yo. FIN.

Poco me sorprende ya, pero no puedo dejar de decir...que haberme encontrado con tanto imbécil me ha parecido algo inaudito. Algo ridículo. Tanto gilipollas he tratado, como latas de cerveza he abierto. Un mundo.

Me han hecho orbiting, ghosting, y otras cosas que...me avergonzaría contar. Porque Tinder es como la Navidad. Todo es magia hasta que descubres que los Reyes son los Padres. Y es entonces cuando te das cuenta del tipo de tíos que habitan en esta app. Aves carroñeras, dispuestas a comerte la oreja, Y LO QUE SURJA. Porque en Tinder, nadie busca nada, que cosas.

-¿Y tú, qué buscas?
-Nada, no sé, estoy abierto a todo.

Y al final, todo se resume en una cosa: FOLLAR-CANSARSE-HUIR.

Nadie quiere comprometerse. Nadie quiere pararse con nadie. ¿Porqué tendríamos que hacerlo? Nadie quiere profundizar, en la era de las cyber-relaciones, donde puedes follar con 5 personas distintas en una semana. 

Y es triste.


Los tíos del Tinder,  han conseguido generarme tales traumas, que soy incapaz de desprenderme de actitudes que tenía superadas desde mi adolescencia y mis primeros novios. Y no me siento culpable por ello. Porque no es mi culpa. No pienso asumir eso. Tinder...Los tios del Tinder, han conseguido  que no consiga disfrutar de lo que me pasa. Que siempre esté alerta. Porque siempre hay fantasmas que aparecen. 

-Y si me miente.
-Y si realmente tiene novia.
-Y si tontea con otras.
-Y si sólo me ve como algo estable pero no le pongo.
-Y si no soy suficiente.
-Y si es todo una farsa, esto no me puede estar pasando a mi.
-Y si.


¿Y que nos queda? Sólo nos queda creer que habrá uno entre un millón que sea diferente, por el que merezca la pena aprender de nuevo todo lo que nos han hecho olvidar. Alguien que nos desprenda de todos los traumas que cuatro gilipollas nos generaron a cambio de nada.

Alguien que nos haga volver a creer. Así, en general.




**Dedicado a todas esas chicas que han mirando la pantalla del móvil esperando un mensaje de aquel chico. En especial a mi amiga Olgasmo. 

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